Concretamente, en la mucosa interna. Allí se encuentra el llamado tejido MALT, que es la acumulación de tejido linfoide más grande de nuestro cuerpo.
La gran mayoría de agentes infecciosos que invaden el cuerpo humano usan la mucosa intestinal como vía de entrada. Por eso, este tejido alberga la mayor población de células plasmáticas, productoras de anticuerpos, que nos protegen de la entrada de los elementos patógenos.
Este órgano actúa junto a la microflora intestinal; juntos llevan a cabo esta importante función de protección y defensa, siempre que se encuentren sanos y fuertes. Para ello, necesitan de dos grandes aliados: el sueño y la alimentación.
Una alimentación poco saludable puede inflamar el intestino dificultando su función reparadora y, además, puede desequilibrar la flora intestinal. ¿Y qué ocurre con el sueño? EL tejido MALT se repara durante el descanso nocturno por lo que, si no dormimos las horas suficientes y en profundidad, no puede repararse adecuadamente.
De ahí que nos encontremos tan cansados y enfermizos cuando no comemos bien o no dormimos lo suficiente… ¿empezamos a cuidar nuestro intestino para que cuide de nosotros?