Según publicaba recientemente Mundo Financiero, sólo 2 de cada 10 empresas españolas es saludable.
Pero empecemos por el principio: ¿qué es una empresa saludable? Podemos decir que es aquella que se preocupa por mejorar la salud de sus trabajadores, haciendo más saludable tanto el ámbito de trabajo como los hábitos de sus empleados dentro y fuera del entorno laboral.
Pues bien, a pesar de que la cifra va creciendo, y el wellness corporativo empieza a estar de moda en nuestro país, hace años que nos llevan la delantera al otro lado del charco… Y es que el hecho de que una empresa se convierta en “saludable” no sólo repercute en la salud y bienestar de la plantilla y de sus familias: se trata de una auténtica inversión para mejorar la cuenta de resultados de la compañía.
Según estudios de la Organización Mundial de la Salud, invertir en la recuperación de un trabajador es menos rentable para una empresa que gestionar un plan de protección para mantener y mejorar su estado de salud.
En Estados Unidos, donde se desarrolla este tipo de programas ya desde la década de los 70, se considera que una inversión de 1$ en programas de salud y bienestar supone un ahorro de 3$ por empleado/año. En nuestro país, según datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el retorno por cada euro invertido en este tipo de proyectos es de entre 2,5 y 4,8 euros en absentismo laboral y de entre 2,3 y 5,9 euros en coste por enfermedad.
Son cifras importantes porque, sólo en el año 2018, las bajas laborales costaron en España 14.400 millones en salarios y prestaciones, aumentando más del 12% respecto al año anterior. El modelo de empresa saludable surge para cuidar de la salud, la seguridad y el bienestar de los trabajadores, pero también para fomentar la productividad, la competitividad y la sostenibilidad de las empresas, repercutiendo sin duda en la economía global.
Al invertir en la salud de los empleados, logramos reducir cambios de personal, retenemos talento, mejoramos el clima laboral, reducimos el absentismo, aumentamos la productividad e impactamos favorablemente en la economía del país.
¿Podemos seguir pensando que la promoción de la salud en el trabajo es un gasto? Sin duda alguna, ¡es una gran inversión!
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