Sin palabras

Querid@s.

Hace días que quiero escribiros para saber de cada uno de vosotros, conocer cómo os encontráis y cómo están vuestros familiares y amigos. Deseo de corazón que todos estéis bien, sanos, en camino de estarlo o si alguien ha tenido que partir que lo hayáis vivido todos con la mayor paz y aceptación posible.

Hace semanas que no publico nada porque esta situación reciente que vivimos me dejó sin palabras. Al inicio, por cómo la llegada del virus a Madrid, de una forma tan silente y arrolladora, puso patas arriba mi vida, como la de muchos de vosotros, nos expulsó sin negociaciones de nuestra zona de confort a todos los niveles. Pocos días después comencé con todos esos síntomas que ya empezaban a registrarse en los protocolos oficiales de actuación: la tos, la afonía, el cansancio extremo y un largo etc, porque cada día era diferente, uno se iba y otro nuevo síntoma aparecía. Estaba desubicada en esta nueva situación como enferma, era una vivencia nueva para mí; llevaba años sin ni siquiera pasar por un simple resfriado. La incertidumbre de lo que iba a pasar me acompañaba día y noche.

Fueron pasando los días y la tos seca iba en aumento, la presión en el pecho por la noche, la febrícula y esa fatiga por tener que esforzarme para respirar me hicieron ver que el virus estaba entrando en mis pulmones. El diagnóstico de neumonía unas horas más tarde me hizo definitivamente quedarme sin voz.

Ya no solo el mundo exterior se había parado por completo, algo dentro de mí se paró, se calló, se detuvo: mi mente dejo de pensar y pasé a vivir en un eterno presente. En ese profundo silencio interior donde tan sólo escuchaba el fluir, algo forzoso, de mi respiración, me di cuenta que había algo en mí que impulsaba mi respiración y que era quien observaba atenta y era consciente de todo lo que estaba ocurriendo dentro y fuera de mí. En esta toma de consciencia vi cómo se me había olvidado lo único que es importante en esta vida: RESPIRAR o lo que es lo mismo, simplemente SER.

Comprendí cómo esta experiencia había llegado para darme una gran lección de vida, no se puede dar lo que no se tiene pero sí se puede dar y dar lo que uno es.

Vi con total claridad como vivimos en un estado de carencia permanente y de mediocridad porque estamos poniendo la intención de la búsqueda en lo externo, en lo material, en lo superficial. Fijaros como esta experiencia, que estamos viviendo como una gran comunidad, ha dado luz verde a la expresión de lo que nos hace valiosos como seres humanos, lo que nos une, nos empodera y nos hace sentir vivos y protagonistas de nuestras vidas: el amor y la compasión hacia otro ser humano, la entrega incondicional al servicio del otro, el dar las gracias a aquello y a aquellos que nos proporcionan comida, agua, luz, medicamentos, la generosidad y el altruismo de compartir y repartir aquello que se tiene, el cuidar de otro, la cercanía con el que hasta hace poco era un perfecto vecino desconocido. Esta vivencia nos ha llevado a despertar colectivamente para poder ver como lo que no es verdad se cae, y se desmorona como un castillo de naipes, dejando en pie lo único verdadero, y eso, no es lo que tenemos, sino lo que somos cada uno de nosotros.

La dificultad para respirar me hizo ver que cuando vivimos desde el Ego, vivimos, o lo que es lo mismo, respiramos desde lo superficial, pasamos por la vida de puntillas, por si acaso, nos enredamos con nuestros miedos particulares, vivimos con pensamientos limitados a una caja mental, y eso, nos hace egoístas e interesados, y nos lleva a buscar la seguridad y la supuesta felicidad en cumplir deseos caprichosos y vacíos, que una vez conquistados nos vuelven a situar en la casilla de salida de la infelicidad y del vacío.

Estos días donde la situación nos ha sacado a todos de nuestra zona de confort, de nuestras rutinas, nos estamos dando cuenta de que surgen en nosotros fuerzas generadoras de bienestar, nuevas realidades, que aprendemos a manejar nuestros miedos, que podemos pensar fuera de la caja, que vemos la vida de otra manera, que de repente, hemos empezado a dar valor a lo que verdaderamente es importante: estar vivo (y sano).

Sé que estamos viviendo una situación de crisis durísima y que hay personas que están pasando por un gran sufrimiento, pero todas las experiencias nos traen pequeños o grandes aprendizajes. Te invito a conectar con ese poso profundo de serenidad y de presencia que eres, y desde ahí, averigua qué aprendizaje, qué enseñanza, qué cambio o metamorfosis ha traído esta experiencia.  Me encantaría escucharlas si queréis compartirlas.

Salud y Paz, como dice mi amigo y poeta Luis Bueno, para cada uno de vosotros, en este día especial de Pascua y de Renacimiento.

Que renazca en cada uno de nosotros esa fuerza de vida que nos lleva a respirar consciente de sí misma.

Lourdes Tomás Rubio