“Había una vez un poderoso rey que sentía una verdadera pasión por los aguacates. Tan alta era su estima, que tenía un sirviente cuyo único cometido era prepararlos siguiendo las mejores recetas. El rey nunca se hartaba de comerlos y los adoraba, reverenciaba y alababa en cada instante, a lo que su sirviente siempre le respondía: ”Mi Señor, estás absolutamente en lo cierto”. No transcurrió mucho tiempo después, cuando el rey cayó gravemente enfermo a causa de un exceso de aguacates. El rey se sentía francamente mal, tan mal que ordenó retirar todos los aguacates, no solo de palacio y de sus jardines, sino de todo el reino. ”Destruid todos los aguacates, son repugnantes y perversos”- clamó el rey. El sirviente entonces le respondió: ”Mi Señor, estás absolutamente en lo cierto”. El Rey se paró en seco y le preguntó: ¿Cómo puede ser que el otro día estuvieras de acuerdo en que el aguacate es el mejor fruto del mundo, y ahora que he cambiado de opinión, tú también lo hagas?” “La respuesta es sencilla, mi Señor: yo soy vuestro sirviente, y no del aguacate”
Fuente: «El sirviente fiel», Nossrat Peseschkian. Tradición oriental.
Llegamos hoy al último post de este monográfico acerca de las pasiones dominantes y de cómo poder desarrollar las virtudes que, en potencia, esconden tras de sí cada una de ellas.
A lo largo de 10 semanas, hemos dados los primeros pasos juntos en el maravilloso proceso vivo que es el autoconocimiento. Deseo que lo que hemos compartido te sirva de mapa para moverte por ese mundo interior, y te ayude a identificar aquello que te hace sentir “preso” y te genera sufrimiento. Te animo a pasar a la acción y, desde esa consciencia y presencia, transformar tus pasiones dominantes del Ego en virtudes de tu esencia.
Sé que, ante todo cambio, las dos grandes resistencias que surgen en el ser humano, son el miedo, con el que ya hemos trabajado, y la pereza, con la que hoy cerramos este ciclo.
Cuando hablamos de pereza, nos estamos refiriendo realmente al olvido de uno mismo. Reconocerlo es una piedra angular en este proceso de reinvención porque, cuanto más miedo tenemos de estar solos, de sentirnos abandonados o no aceptados, más fuerza le damos a ese personaje/Ego. Y esas pautas de actuación, de pensamiento o de sentimientos, nos ayudan a estar en el “mapa social”, pero nos alejan cada día más de nuestra verdadera esencia, de quien somos y de qué hemos venido a vivir y a hacer en esta existencia. Un precio alto que pagar, ¿no crees?
Por eso, el post de hoy es especialmente importante, porque ocuparse de uno mismo y hacerse consciente de uno mismo es el primer paso para descubrir nuestro personaje y tener el valor y el coraje de ser quienes somos verdaderamente. Es decir, es el primer paso para volver a casa. Así que… ¡empezamos!
Contenido
De la pereza a la fuerza de la acción, conquistando la novena virtud
La fuerza de la acción es una virtud realmente importante en cualquier proceso de cambio y de transformación. La ausencia o déficit de fuerza de acción es la pereza o el olvido de uno mismo.
La imagen que acompaña al post o el sirviente del cuento reflejan esa música, ese talento o ese ritmo que llevan las personas con un ego perezoso, donde la lentitud, la pausa, el no-conflicto o la adaptabilidad absoluta al otro están presentes en cada instante.
ENEATIPO 9: Levántate del sofá, deja de evitar el conflicto y comparte tu opinión
Imagina que se te cuelan en la cola del supermercado. ¿Defiendes tu lugar? O piensas: “¿para qué decir nada, seguro que tienen más prisa que yo”?
¿Prefieres no dar tu opinión para no tener que enfrentarte al otro? ¿Sientes que tu opinión no es demasiado importante? ¿Puedes pasarte horas y horas tumbado en el sofá? ¿Eres de los que piensan que para qué estar de pie, si puedes estar tumbado? ¿Enmascaras la inmovilidad que te caracteriza con una falsa aceptación de las cosas? ¿Pasas por la vida de puntillas y te amoldas tanto al entorno que pasas desapercibido para el resto?
Si te resuenan estas preguntas, puede que la pereza o el olvido de ti mismo esté más presente en ti de lo que pensabas. Tal vez lo que sigue puede ayudarte…
Las personas cuya pasión dominante es la pereza tienen como herida de infancia el no sentirse bienvenidos o importantes para su entorno, por eso tienden a querer pasar desapercibidos o a ser invisibles para los demás. Su miedo inconsciente es a sentirse separado del resto y a entrar en conflicto; por ello, son apacibles, escuchan mucho pero nunca dan sus opiniones y es muy difícil que discutas con ellos.
Su gran meta en la vida es vivir en paz (“haya paz y después gloria”, piensan) porque creen que el mundo es un lugar donde no van a poder autoafirmarse, así que son personas pasivas que muestran total indolencia o apatía frente a cualquier reto o esfuerzo y huyen de ellos y del conflicto (“¿para qué?”, piensan).
Mostrar su autenticidad como salida sanadora
Las personas con egos perezosos se centran y mejoran mucho su bienestar interno cuando comienza a observar este personaje, toman consciencia de que se han negado a sí mismos durante toda la vida y toman la decisión de mostrarse de forma auténtica hacia sí mismos y a hacia los demás. Aceptan quiénes son verdaderamente.
Cuando esto sucede, se da un proceso sanador y se expresa en ellos capacidades como la resistencia en lugar de la adaptabilidad patológica, la participación en la vida, la energía, la pro-actividad, el dinamismo, la amabilidad o las formas asertivas en la comunicación, y son fuente de armonía y de paz para su entorno.
Son grandes mediadores de conflictos, cuando consiguen trascender su miedo principal.
Fíjate en algo: si analizamos la palabra “discutir”, a lo que tanto teme este eneatipo, veremos que viene del latín “discutere”, que a su vez deriva de “sacudere”, es decir, de sacudir. Cuando discutimos con alguien, es como sacudir las raíces de ese asunto tratado para ver si es fuerte o no, si está vivo o no, para discernir qué hay de verdad o de auténtico en él. Convirtamos entonces el discutir con el otro en una manera de afianzar aquellas posturas, opiniones o actitudes que son realmente verdaderas y auténticas para todas las partes, y no en una pelea vacía que nos separa del otro.
Primeros pasos para conquistar la fuerza de la acción consciente
Si te ha resonado todo lo que hemos conversado hoy, te invito a que vayas pasando a la acción con pequeñas metas, recordando con fuerza y presencia que tú también tienes un lugar en este mundo y que los demás agradecerán que muestres tu riqueza y tu valor propio.
Deseo que hayas disfrutado de estos primeros pasos hacia el autoconocimiento y el poder liberador que tiene el ser consciente de aquellos pensamientos, sentimientos o modos de hacer automáticos que nos llevan a vivir desde el sufrimiento, en lugar de vivir desde la paz y la plenitud.
Recuerda que una nueva salud está únicamente en tus manos. ¡Buen camino!
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