De la avaricia al desapego, conquistando la quinta virtud

“Erase una vez un señor al que le encantaba la soledad y vivir como un auténtico ermitaño. Se pasaba los días perdido entre sus colecciones de sellos y los cientos de libros que acumulaba en su biblioteca, o bien paseando por la montaña horas y horas. No le gustaba la gente, le incomodaban los abrazos y, sobre todo, comprometerse con cualquier relación personal. Un día, escuchó por la radio una hermosa canción que despertó su corazón e hizo mover sus pies, y el hombre quedó estupefacto al darse cuenta de que tenía un cuerpo y un corazón. Conmovido por ello, decidió apuntarse a clases de baile para volver a experimentar esa vida en él. Lo primero que hizo fue comprarse una enciclopedia entera, con más de 20 volúmenes, para conocer a fondo los diferentes bailes que existían en el mundo, a ver cuál era el mejor para él. Después, leyó y leyó sobre aquellas danzas que le parecieron más interesantes. Más tarde, acumuló toda la información imaginable sobre las diferentes disciplinas, precios, academias… y así, fueron pasando los meses y los años, hasta que un día olvidó por qué leía sobre la danza y el baile. Y nunca llegó a bailar”. 

Autora: Dra. Lourdes Tomás.

Tras la lectura de este cuento, podemos reflexionar sobre lo siguiente: es tan empobrecedor vivir centrado en las emociones desbocadas, como vimos en el artículo de la envidia, como en un intelecto paralizante. Yo siempre pongo el ejemplo de que nacemos con dos pies y dos manos, y no se nos ocurre hacer las cosas más difíciles usando solo una mano y un pie… Entonces, ¿por qué teniendo un cuerpo físico, una mente y unas emociones, potenciamos una de estas dimensiones y debilitamos el resto? Te invito a reflexionar acerca de tu caso en particular y a buscar estrategias para que cuerpo, mente y emoción funcionen en una mayor armonía. ¿Tal vez sea esa la receta del bienestar que anhelamos?

Hoy voy a introducir la primera de las virtudes vinculadas a la triada del pensamiento: la avaricia. Las personas que “hipertrofian” su mente, su razón, su pensamiento, lo hacen buscando estrategias que suplan su falta de confianza. En el caso de la avaricia, como veremos, se trata de una falta de confianza en la capacidad para expresar sentimientos.

En este eneatipo, cuya pasión dominante es el apego al desapego (“no necesito a nada ni a nadie”), su virtud es el desapego. No quiere decir esto que no debas poseer cosas, si no que las cosas o personas no deben “poseerte” a ti. 

Si te fijas, ¿qué emoción nos hace apegarnos a una pareja, a un trabajo, a un status social, a un hijo o a la soledad, por ejemplo? El miedo, el miedo a perderlo. Por eso, hoy quiero invitarte a que reflexionemos juntos sobre la virtud liberadora del desapego. 

ENEATIPO 5: acércate al otro, confía en ti y “ponte a bailar“ con la vida.

Cuando hablo de las personas cuya pasión dominante es la avaricia, me suele venir a la cabeza la imagen del protagonista de “Cuento de Navidad”. Este personaje suele ser el arquetipo del programador, del científico o del gestor de cuentas del banco. Viven “tranquilos” aislados del mundo, solos, porque la vinculación emocional con otros les supera. Si te acercas a darles un abrazo, se echan para atrás y, como cortesía, a veces te tienden la mano (que luego posiblemente algunos “desinfectarán”). Les supera ser el centro de atención.

Son egos que creen estar “solos mejor que acompañados”. Es por ello que son prudentesreservadosdistantes, solitarios… y piensan que “cuanto menos gaste o necesite, mejor”, lo que les hace ser austeros. Les encanta acumular conocimiento, son teóricosinvestigadores –autodidactas- y grandes pensadores. Puedes hablar con ellos de todos los temas que puedas imaginar, porque acumulan conocimiento de todo, pero no viven casi de nada. Son eruditos, pero no sabios. Su vida intelectual es muy rica, pero su vida sentimental y emocional muy pobre.

Su gran miedo es ser ignorantes, impotentes e incapaces de vivir en sociedad, se sienten inválidos emocionalmente, por lo que se escudan en una visión del mundo distorsionada en la que sienten que las personas tienden a invadirles y a agotar sus recursos, sus posesiones o su propia energía. Por eso, acumulan, acumulan y siempre, a pesar de su austeridad, tienen la sensación de que va a faltarles.

Cuando el ego se descentra, porque la falta de confianza en sí mismos aumenta, tienden a tener explosiones de evasión y pueden “perder los papeles”. Eso les podría llevar, por ejemplo, a emborracharse todos los sábados por la noche hasta perder el control.

La práctica de la auto-confianza y del desapego como salida sanadora

Cuando la persona dominada por la pasión de la avaricia, toma consciencia de ello, puede empezar a cambiar las cosas, cogiendo las riendas de su pensar, de su sentir y de su hacer, y usando la ternura, el auto-amor y el poder interior, se hace capaz de decirse a sí mismo: venga, que tú sí que puedes”.

Su salida sanadora es aprender a comprometerse emocionalmente con los demás e implicarse en el mundo. Cuando va dando estos pasos, deja atrás esa “parálisis por análisis”, típica de su ego, y empiezan a expresarse las capacidades de su esencia, como la visión, la sabiduría, la capacidad de relativizar, la cercanía, el ser innovadorcurioso y comprometido.

Primeros pasos para conquistar el desapego

Si quieres comenzar este viaje de transformación y entrenar tu desapego para libertarte de la avaricia, te invito a comenzar con los siguientes pasos y descubrir qué sucede:

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